Luis Nieto Pereira es el coordinador
del Observatorio de Multinacionales Españolas en América Latina, una
organización ciudadana que investiga, denuncia y presiona contra las
empresas transnacionales que efectúan malas prácticas en los países
de América Latina, especialmente las que prestan servicios básicos
que fueron privatizados por los gobiernos neoliberales de la
región.
Vino a El Salvador para participar en
el seminario “Orientaciones e Impactos de la Inversión Extranjera en
los Servicios Públicos en Mesoamérica”, organizado por el Centro
para la Defensa del Consumidor (CDC), donde expuso sobre los
vejámenes y la impunidad con la que actúan muchas corporaciones
multinacionales españolas en la región.
En su conversación con Diario Co
Latino, además de criticar a las transnacionales, exhortó a los
gobiernos progresistas a restablecer las funciones del Estado y
convocó a la población a organizarse para presionar a los gobiernos
y a las empresas, para enfrentar los abusos que éstas
cometen.
¿Cuál es el
comportamiento de las transnacionales en América
Latina?
Nosotros investigamos las actuaciones
de las transnacionales españolas, pero éstas tienen la conducta de
cualquier corporación multinacional europea o
estadounidense.
Las empresas españolas no vienen a
América Latina porque tenemos el mismo idioma ni porque nuestras
culturas son perecidas, sino, porque necesitan expandirse y el
mercado de estos países les confiere muchas ventajas: mano de obra
barata, recursos naturales apropiados, incentivos fiscales, leyes
flexibles y gobiernos con altos índices de corrupción, lo cual les
facilita hacer negocios. Estas condiciones se generaron con el
‘consenso de Washington’, que impulsó la desregulación comercial y
las privatizaciones que desmantelaron a los Estados.
Ya instaladas, ¿cómo
actúan estas empresas?, ¿cómo se comportan frente a los gobiernos,
los trabajadores y el medioambiente?
Las que monitoreamos más
permanentemente, sobre todo empresas como Unión Fenosa y Repsol,
tienen una forma de operar distinta a la de Europa. En América
Latina actúan con mucha impunidad, violentando los derechos de los
trabajadores, dañando el medioambiente y cometiendo irregularidades,
a veces porque las leyes lo permiten y, otras, porque presionan a
los gobiernos para conseguir regulaciones a la medida de sus
intereses.
Así vemos corporaciones irrespetando a
sus empleados, prestando servicios de baja calidad, incrementando
arbitrariamente las tarifas y evadiendo impuestos. En cualquier país
de Europa, estas empresas serían más responsables, estarían
reguladas por leyes estrictas y serían sancionadas cuando violentan
las normas establecidas. Por eso, mejor vienen a América
Latina.
Entre los casos
estudiados, ¿hay algunos ilustrativos del comportamiento de las
transnacionales?
Hay varios. La compañía Endesa que se
quedó con las tierras ancestrales de los ‘mapuches’, en Chile, para
construir una gran presa hidroeléctrica, batalló durante 10 años
acosando a las comunidades, presionando al gobierno y comprando a
líderes mapuches hasta que las consiguió.
La empresa Repsol, que tiene fuertes
inversiones en el gas natural y el petróleo de Bolivia, ha
intervenido en la política interna de ese país, trabajando para
evitar que Evo Morales fuera presidente y, ahora que lo es, Repsol
actúa para desestabilizarlo, porque es un gobierno que no le
permitirá operar con la impunidad de antes.
Para esto, Repsol tiene el apoyo del
gobierno español que, por ser del Partido Socialista (Obrero
Español, PSOE), debería estar del lado del gobierno de Bolivia y no
a favor de esta transnacional. Lo mismo pasó con Petrobrás, el
gobierno de Brasil no se solidarizó con los ciudadanos y gobierno
del MAS que, como el PT, es progresista. Lula defendió a su empresa,
en detrimento del derecho de los bolivianos a administrar sus
recursos naturales.
Unión Fenosa, en Nicaragua, corta el
suministro de electricidad a los ciudadanos cuando le da la gana,
con el propósito de crear desabastecimiento y así conseguir
asignación de mayores recursos de parte del gobierno.
La injerencia en la
política interna de los países, ¿es un comportamiento generalizado
de las transnacionales?
¿En América Latina? Totalmente. Las
empresas para tener condiciones favorables presionan, chantajean y
sobornan a las autoridades y trabajan para evitar la llegada de
gobiernos hostiles a sus intereses. Quizá no todas las empresas lo
hacen directamente, pero sí a través de terceros. Es una práctica
generalizada. En Europa no lo hacen tan fácilmente.
Para esto,
¿identifican aliados y enemigos?
Sí. Lo demuestra el caso de Bolivia.
Hay tres departamentos ricos en recursos naturales que demandan
autonomía del gobierno nacional, y quienes exigen esto han integrado
comités cívicos, a los que se ha sumando la cámara de comercio, la
cual recibe fondos de Repsol y Petrobrás. Estas empresas saben que
si estos comités logran derribar al gobierno de Evo Morales, como
premio por su aporte económico obtendrán un marco regulatorio más
favorable.
¿Qué pueden hacer
los pueblos de América Latina para enfrentarse a los vejámenes de
las transnacionales?
Pueden hacer muchas cosas: identificar
esos problemas, generar esfuerzos de coordinación y movilizarse para
presionar en el Parlamento, los gobiernos y a las empresas
directamente.
En Centroamérica el ejemplo es Costa
Rica, donde cada vez que el gobierno ha intentado privatizar los
servicios públicos, la ciudadanía se ha movilizado masivamente y ha
logrado mantener los monopolios estatales de telefonía, electricidad
y demás servicios básicos, con lo cual no sólo conservan esos
beneficios, sino que también evitan la llegada de transnacionales
perversas que le caerían a esos servicios si fueran
privatizados.
El ascenso de
gobiernos progresistas, ¿cambia la correlación frente a las
transnacionales?
Cambia el marco de acciones, pero no
garantiza que no habrá más privatizaciones ni asegura el
cumplimiento de los estándares laborales, medioambientales y de
funcionamiento por parte de las empresas. Por eso, la ciudadanía
debe estar atenta, porque en América Latina y en Europa, gobiernos
progresistas han realizado privatizaciones. La población debe luchar
para que las fuerzas progresistas sean gobierno, pero cuando esto ha
sucedido es necesario que presionen para marcarle el camino. Esto no
es fácil porque los recursos de las transnacionales son a veces
superiores a los presupuestos de los gobierno y porque las leyes de
la OMC, los organismos financieros internacionales, los tribunales
para dirimir controversias y todo el marco jurídico comercial
internacional están a favor de las transnacionales.
¿Es válido el
restablecimiento del papel del Estado, como prioridad de los
gobiernos progresistas?
Totalmente. La ciudadanía debe exigir
que se renacionalicen los servicios privatizados, especialmente
porque está demostrado que no dieron precios justos, mayor cobertura
ni mejor calidad, que fueron las promesas de quienes privatizaron.
Entonces, el Estado debe retomarlos, porque además, es falso que el
Estado es deficiente. Costa Rica es el ejemplo.
Las empresas responden a sus
accionistas y los gobiernos a sus ciudadanos, por tanto son los
gobiernos los que deben prestar los servicios básicos a la
población.
¿El acuerdo de
asociación con Europa es sólo para ampliar las operaciones de las
transnacionales?
Somos críticos con esto, por dos
razones. La primera es que, si bien Europa ha tenido tradición del
‘Estado de Bienestar’, ahora está dominada por gobiernos
neoliberales; y la segunda es que, a pesar de que la manera de
actuar de las empresas europeas no es tan ‘salvaje’ como las
estadounidenses, al final todas las transnacionales buscan hacer
negocios de la manera más fácil, casi siempre, como decía, a costa
de los trabajadores, consumidores, el medioambiente y los Estados
mismos.
Las corporaciones europeas, como las
estadounidenses y las asiáticas, no buscan el desarrollo endógeno de
los países centroamericanos, sino establecer mejores condiciones
para sus inversiones y un índice de beneficios más adecuado. Por
eso, los pueblos de Centroamérica no deben decir ‘no queremos un TLC
con Estados Unidos, pero sí con Europa’, antes necesitan estudiar
las propuestas, porque detrás de este acuerdo están las
transnacionales europeas.
Leonel
Herrera
Redacción Diario Co Latino