OTRO PLAN CONTRA CUBA, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title:

BUSH CONTRA CUBA: PLAN CON NEGOCIO INCLUIDO

                                                                  Jorge Gómez Barata

Oponerse a un gobierno es una cosa y conspirar para derrocarlo otra, cobrar por hacerlo un acto de mercenarismo y recibir pago de un gobierno extranjero, un delito. Al destinar 80 millones de dólares para la contrarrevolución en Cuba, Estados Unidos convierte a los disidentes isleños en empleados federales. Hay más millones en el plan que disidentes en la Isla.  

Estados Unidos paga más de 25 millones anuales para transmisiones de radio y televisión hacía Cuba, adonde envía receptores de radio con las  frecuencias presintonizadas, manda teléfonos móviles, fotocopiadores, equipos de fax y asume los costos de alimentación de los disidentes. A costa del presupuesto norteamericano, los opositores viajan, participan en congresos y eventos y publican libros.

Otra parte de la subsistencia de tales caballeros la financia el gobierno cubano. Los llamados disidentes no pagan por los servicios de salud y educación de ellos y de su familia, igual que los demás ciudadanos se benefician con los subsidios que el Estado asigna a la alimentación y otras necesidades de la población y no se les cobra impuestos por representar a un gobierno extranjero.

Adicionalmente y gratis, personajes reciben una promoción gratuita por gobiernos y organizaciones internacionales que conscientes o no, participan en el lavado de imagen que trata de cubrir la costra mercenaria y de convertirlos en luchadores por la libertad con dotes para el arte, las letras y el periodismo. 

Y ellos, los disidentes ¿que aportan?

Nada, es la respuesta.

No hacen absolutamente nada, según se afirma para no exponerse a la represión y como operan de modo clandestino cuando, al amparo de la inmunidad diplomática, asisten a fiestas o recepciones o reuniones sociales en la residencia de algún diplomático norteamericano en La Habana, lo mantienen oculto para no ser represaliados. Naturalmente, tampoco trabajan, entre otras cosas, para no beneficiar con su esfuerzo al gobierno que nominalmente combaten. 

El disidente cubano es una criatura virtual, un opositor de probeta que jamás ha librado una batalla política ni luchado por una idea. Se trata de eunucos políticos, incapaces de aportar una iniciativa, indicar un camino u ofrecer una esperanza y que, en lugar de solidarizarse, se alegran de que el pueblo sufra y no les importa desear para Cuba lo que ha ocurrido en Irak. Lejos de repudiar a los invasores, los disidentes están prestos para abrirles desde dentro las murallas. 

La obsesión norteamericana respecto a Cuba se deriva de dos errores estratégicos. El primero, fue sacar de Cuba a una clase social completa y convertir en exiliados a todas las categorías de la oligarquía nativa, financiando generosamente a burgueses, latifundistas, curas falangistas, esbirros, altos empleados, técnicos y profesionales. Es cierto, los opositores al gobierno cubano existen y están en Miami.

El segundo error ha sido tratar de suplir a esas castas de donde se nutre la oposición contrarrevolucionaria. Con 80 millones se pueden pagar a 80 mercenarios o a 800, de todos modos caben en un sofá. Lo que Estados Unidos no puede fabricar con dólares es una base social, un respaldo popular, una inserción en la realidad y una visión política.

Es cierto que el disidente cubano corre ciertos riesgos porque en Cuba es delito recibir dinero de un gobierno extranjero para derrocar al establecido,  no obstante, se trata de peligros menores porque tan pronto alguno cae en la cárcel, mucha gente se conmueve y comienzan a pedir clemencia, al final, el gobierno cubano cede porque no es especialmente vengativo y privados del cordón umbilical con el imperio, los sujetos no son impresionantes.

No todo es tan inofensivo. Con dinero se paga el terrorismo, se contratan delincuentes para que pongan bombas en La Habana o se emplean  matones para atentar contra los líderes cubanos. Nadie sabe en qué camada de arribistas y mercenarios de a tanto por un dólar, se incuban especimenes de la catadura de Orlando Bosh, Posada Carriles, Mas Canosa y los hermanos Novo Sampol.