Leí este grafiti en un muro de
Madrid a comienzos de este año. La ironía se refería al ex presidente del
Gobierno español, José María Aznar, dedicado en su desocupación, a
recorrer el Tercer Mundo con diatribas contra todos los gobiernos que
abandonan el rebaño neoliberal, y con exclamaciones de alabanza al libre
mercado y las inversiones internacionales.
Y es que en medio de la
globalización, nos han surgido unos inquisidores que recorren nuestros
países, con el único currículo de su paso por algunos gobiernos, como si
aquello los convirtiera en autoridades indiscutibles. Son tan oportunos en
sus giras, que hacen coincidir sus discursos con las coyunturas nacionales
y en apoyo a las élites que amenazan desbandada. Han llegado también al
Ecuador.
Hace algunos años, dictaba cátedra entre nosotros un
boliviano que después fue derrocado y debió abandonar en puntillas su
país: Sánchez de Lozada.
Después, han sido algunos ex presidentes y
otros, de segundo orden, como Carlos Alberto Montaner.
Antes de que
ocurriera la “hecatombe” del triunfo de Alianza PAÍS, Aznar ya nos condenó
al fracaso. Y por aquí anduvo hace unas semanas Vicente Fox, luego de
haber provocado el desencanto de los mexicanos que abandonaron con tantas
esperanzas más de medio siglo de dominio de un solo partido, el PRI. Y un
tanto desvergonzadamente, vino desde un país con millones de pobres, a
hablarnos de los inminentes peligros de “tratar de reducir la pobreza a
través de gastos públicos irresponsables” lo que “ha probado una y otra
vez su fracaso”; discurso tan oportuno, precisamente cuando la oposición
al gobierno de Rafael Correa argumentaba esas mismas razones para
descalificarlo. Curiosa coincidencia.
Finalmente, cuando estalló el
caso de la
RCTV en Venezuela y cundían los presagios sobre el fin de
la libertad de expresión en el Ecuador, nos cayó como enviado del cielo
Mario Vargas Llosa, para repetir sus lugares comunes sobre la libertad y
el ogro estatal. (Aunque en su visita procuró portarse cauto, pues en
febrero, en las páginas de El País, de España, había calificado con
arrogancia a Rafael Correa como uno de los nuevos idiotas
latinoamericanos).
Finalmente, comienza su periplo por esta
aparente tierra de nadie, otro aventurero: Lech Walesa, el ex presidente
polaco, que en Lima ha pronosticado, suelto de huesos, que Hugo Chávez
pagará algún día sus crímenes.
¿Qué nos está ocurriendo? ¿Qué
corona tienen para considerarse ciudadanos del mundo y hablar con
desparpajo y fórmulas estándar de otros países y otras
realidades?
No me imagino a Rodrigo Borja dictando conferencias en
México sobre las incertidumbres y las ilegitimidades de nuestros sistemas
electorales, precisamente en los días del turbio triunfo de Felipe
Calderón. Ni tampoco a un Ricardo Lagos conminando a los españoles a
abandonar todo intento de búsqueda y negociación de la paz. No me los
imagino. No creo que se prestarían para semejante
dislate.
Esperemos a ver cuál es el próximo agorero globalizado en
venir a dictarnos cátedra contra los populismos, los autoritarismos, las
mordazas mediáticas y el fracaso de las asambleas constituyentes, invitado
por alguna venerable cofradía
neoliberal. |