A las niñas y los niños cubanos, por Dax Toscano

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

 

Un canto por Cuba: (segunda entrega)

 

A las niñas y los niños cubanos

 

Dax Toscano Segovia

 

Leo una nota publicada en el periódico Granma del  3 de julio de 2007 en la que dice: “Un niño menor de cinco años muere cada tres segundos, en total diez millones al año, por enfermedades que podrían ser fácilmente evitables o curables, según un informe de UNICEF presentado hoy en Colonia (Alemania)”.

 

Mariela Pérez Valenzuela en su trabajo titulado: “Niños trabajadores, infancia robada”, que apareció en el periódico Granma del 8 de febrero de 2007, expone algunos datos desgarradores sobre la situación de la niñez en el mundo:

 

“De los casi 218 millones de niños mayores de 5 años de edad que trabajan en el planeta, casi el 70% de ellos lo hace en tareas agrícolas, el 22 en el sector de los servicios y el 9% restante en la esfera industrial. De ellos, 126,3 millones laboran por bajos salarios, sin protección, y en no pocas ocasiones rozando los límites del peligro”.

 

“El uso de menores en conflictos armados y en el negocio del sexo son otros ejemplos de violencia contra la infancia. Aunque las cifras de los que son obligados a prostituirse resultan solo estimaciones aproximadas, se calcula que, cada año, casi un millón de menores dejan atrás las esperanzas de una Cenicienta para adentrarse en los hogueras de una transacción de la que no se sale sin marcas eternas”.

 

“Se calcula que alrededor de 500 000 niños trabajan en la agricultura en Estados Unidos sin protección legal, una buena parte de ellos latinos inmigrantes. Precisamente ese país, con la mayor población infantil de toda América, no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, de 1989”.

 

“Cerca de 300 000 menores están involucrados en conflictos armados”.

 

“En el 2003 había en África 43 millones de huérfanos a causa del SIDA y se prevé que en el 2010 esa cifra se elevará a 50 millones, lo que inevitablemente conllevará incrementar el trabajo infantil”.

 

“Uno de cada seis niños del planeta está obligado a ganarse la vida con el trabajo”.

 

Este es el mundo divino que el capitalismo ofrece a las niñas y niños en todo el planeta.

 

En el informe de la “Comisión para asistir a una Cuba Libre”, engendro elaborado bajo el gobierno del tirano W. Bush, presentado el 6 de mayo de 2004, cuyo propósito es el de transformar a Cuba en una neocolonia del imperio, se señala como uno de sus propósitos el de “inmunizar a todos los niños menores de cinco años que estén aún por vacunarse contra las principales enfermedades infantiles”. 

 

El periodista cubano, Nicanor León Cotayo cita un artículo del periódico The Washington Post, firmado por David Brown, en el cual se dice:

 

“(...) la reserva de vacunas para niños del Gobierno federal, concebida como protección contra escasez futura, ha sido vaciada casi completamente y no existen perspectivas inmediatas de que sea repuesta”.

 

En el trabajo de Nicanor León Cotayo “¿Dónde están las vacunas?”, publicado en el periódico Granma del 3 de julio de 2007, el autor expone un dato proporcionado por el presidente de la Academia Americana de Pediatría, doctor Carden Johnston, que señala que de acuerdo a investigaciones realizadas, “alrededor del 20 % de los niños estadounidenses entre 19 y 35 meses de edad están atrasados con sus inmunizaciones, sobre todo los del sector más pobre”.

 

Provoca estupor saber que el buen samaritano de Bush, que prefiere destinar 500 000 millones de dólares para la carrera armamentista en vez de  preocuparse por la salud de la infancia de su país, pretenda imponer a Cuba su idílico modelo sanitario.

 

Pero W. Bush solo es un instrumento, un eslabón dentro de la cadena del injusto y explotador sistema capitalista. La causa de todos los males por los que atraviesa la humanidad radica precisamente en la existencia de ese sistema.

 

¡Qué distinta es la vida de las niñas y niños cubanos!

 

El psicópata de Bush dice que quiere vacunarlos. De verdad que es un estúpido.

 

Las y los niños cubanos tienen garantizadas en forma gratuita 13 vacunas desde el momento mismo en que nacen. La difteria, el sarampión, la tos ferina, la poliomielitis, el tétanos han sido erradicados de la Perla del Caribe.

 

Pero hay, además, otras cosas maravillosas que la niñez cubana disfruta y que también son básicas para el cuidado de su salud.

 

Me emocionó, por ejemplo, cada mañana, de los treinta días que estuve en La Habana, ver un espacio dedicado a las y los niños en el noticiero de la televisión cubana. Una hermosa canción de Rosa María Campo Pérez los despierta:

 

“Amanecer feliz, sonríele a la vida así/ bosteza el corazón, despierta palpitante de emoción/ espanta el mal humor, no dejes que te robe la ilusión/ espántalo de ti, sonríele a la vida así/ si ser feliz, no cuesta nada, cambia esa cara tan arrugada/ la risa es cosa tan contagiosa, sonríele a la vida así”. 

 

Los dibujos de las y los pequeñines cubanos que envían al noticiero y unas comiquitas educativas forman parte del segmento elaborado para ellas y ellos.

 

Las niñas y niños cubanos tienen la oportunidad de participar en diversas actividades culturales, además de recrearse con las mismas.

 

El grupo de teatro infantil “La Colmenita”, dirigido por Carlos Alberto Cremata, cuyos objetivos son fomentar los valores humanos y la solidaridad a través de sus actuaciones, es el ejemplo más sobresaliente de lo que en una sociedad inspirada en la defensa de la verdad y la justicia se puede hacer.  

 

Carlos Alberto es hijo de Carlos Cremata Trujillo, uno de los tripulantes del avión de Cubana de Aviación que en 1976 estalló en pleno vuelo frente a las costas de Barbados, provocando la muerte de 73 personas, hecho criminal perpetrado por Posada Carriles y sus secuaces entrenados y financiados por la CIA. 

 

Fidel diría en aquel entonces: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

 

Indudablemente el pueblo cubano ha sido capaz de hacer frente a los actos terroristas llevados a cabo por el imperialismo yanqui con la energía del amor y la ternura que irradian sus niñas y niños.

 

Mientras el imperialismo yanqui incita a la violencia y al odio, el proyecto de construcción socialista en Cuba enseña a la niñez la necesidad de construir un mundo más humano, tal como se refleja en la letra y música de las canciones de Teresita Fernández, de Rosa Campo, de Liuba María Hevia compuestas para las niñas y los niños.

 

Extraordinaria labor lleva adelante la Revolución Cubana en el campo de la educación. Que hermoso significó para mi ver a las chiquiticas y chiquiticos cubanos ir vestidos con su uniforme a sus escuelas, ubicadas en cada cuadra de las distintas calles de La Habana. Esa obra maravillosa dirigida por Camilo, el Che, Fidel, Raúl, Haydée, Celia, Vilma permitió convertir los cuarteles y las casas de los oligarcas en centros educativos.

 

Pese al genocida bloqueo económico, el Estado cubano no ha cerrado ninguna escuela, ni la ha dejado de dotar de los elementos necesarios para la educación de sus hijas e hijos que tienen acceso a una enseñanza de alto nivel en forma gratuita, donde además se les garantiza la alimentación y los materiales de estudio sin que les cueste un solo centavo.

 

Si no dependiéramos de las circunstancias y pudiéramos escoger con libertad, el lugar donde educaría a mi hijo Fidel Camilo, sería Cuba.  Qué más desearía como padre que él pudiera transitar sin el peligro de que alguien le cause daño alguno en un parque o en un sitio público cualquiera.

 

¿Garantizan las sociedades capitalistas a las niñas y niños esa seguridad y tranquilidad? Solo basta con leer constantemente los titulares de la prensa especializada en la crónica roja, para saber que en el paraíso capitalista eso no es posible.

 

Ya le gustaría a Bush, como dice un cartel ubicado en La Rampa, en la calle 23 y L, en La Habana, quitarle a la niñez cubana el beso de la mañana, el apretón a la salida de la escuela, la mirada pícara de siempre.

 

Por ello este segundo canto lo dedico a las niñas y niños cubanos, porque ellas y ellos son  la razón de ser de la Revolución.

Quito 3 de julio de 2007

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