Un abrazo para uds. amigos, les envío el artículo de esta
semana ilustrado por J. Kalvellido con imágen aparte para que la ajusten a su
gusto.
M. B.
J.
Kalvellido y
Michel
Balivo
Tarzan y los medios de
comunicación
(De la
lucha a la creación revolucionaria)
En artículos anteriores
he hecho reseñas de las fechas de los descubrimientos e inventos para dejar en
claro que cien años atrás, Tarzán de los monos se las tenía que arreglar para
comunicarse con gritos guturales mientras saltaba de árbol en árbol aferrado a
las siempre oportunas lianas. Señales de humo y tambores eran en el mejor de los
casos sus email e Internet.
En algún momento la
especie humana comenzó a externalizar y plasmar en formas, en imágenes sus
sensaciones y sentimientos. Así fue surgiendo la representación o escritura
simbólica, luego vinieron las formas o signos
abstractos.
Así por la vía de la
escritura que plasmaba el conocimiento nos fuimos independizando de la
transmisión generacional de experiencia boca a oído, el futuro posible fue
adquiriendo prioridad sobre el pasado hasta que los largos cabellos blancos
dejaron de ser la imagen de la sabiduría.
Hoy cada generación sabe
más que la anterior y de ese modo hemos invertido la dirección natural o ingenua
en que fluía nuestro modo de estar en el mundo. El conocimiento va sustituyendo
a la impresión sensual inicial de los sentidos. El hombre mono era uno con su
cuerpito, puro movimiento. No como hoy que somos observadores abstractos que
cabalgan a lomos del tiempo.
Cada forma de
comunicación incluyendo la escritura, se corresponde con las necesidades del
momento que se vive, con el tipo de respuestas que el medioambiente va
exigiendo. Cuando predomina el movimiento como respuesta, el pensamiento y
su comunicación fluyen sobre los sentimientos, la intuición, que son
estructurales con un lenguaje alegórico, analógico, femenino, mucho más apto
para acompañar y dar dirección inmediata a tal
movilidad.
Cuando la acumulación
generacional de esa experiencia, cuando el conocimiento adquirido ya nos permite
especializar y organizar funciones sociales complementarias, comienza a
predominar el pensamiento abstracto, reflexivo, racional, masculino, programando
las actividades colectivas.
Es así como llegamos a
las gigantescas urbes con sus modernos medios de locomoción, transporte y
comunicación, donde ya se externalizan en formas útiles también las
estructuras internas de los sentidos, como en la TV y el cine por ejemplo, donde
la visión y la audición, la imagen visual y auditiva encuentran su más
práctica y poderosa aplicación.
Es importante comprender
entonces que todos los medios, objetos, bienes que la tecnología nos hace hoy
disponibles, son apéndices, extensiones resultantes de la externalización de
nuestras sensaciones, sentimientos, pensamientos, miembros y sentidos en un
largo proceso de adaptación a las exigencias de nuestro ecosistema, pero además
de transformación del mismo para adaptarlo a nuestras
necesidades.
Esos objetos,
herramientas y bienes son de algún modo entonces humanizadores del mundo
natural. Cumplen una función dinámica porque ya no nos realimentamos solamente
de impulsos naturales y cíclicos como pueden ser las horas de luz y oscuridad
que generan los movimientos de nuestro planeta en torno al sol.
Sino que en la vida en
las ciudades por ejemplo los medios de comunicación más avanzados, crean para
nosotros los paisajes cotidianos, reproduciendo esas sensaciones, sentimientos y
pensamientos que le están inevitable e históricamente asociados como objetos
externalizados de la conciencia colectiva que son.
Por ello cuando
percibimos y tocamos, cuando hablamos del mundo, en muchos modos nos estamos
percibiendo, tocando y conociendo a nosotros mismos. Dicho así todo esto parece
muy abstracto y de pobre utilidad, de difícil aplicación práctica.
Sin embargo si
observamos como se organizan y estratifican las sociedades en clases, como se
planifican las apropiaciones y expropiaciones de los bienes naturales y
servicios sociales de otras naciones y la función fundamental que los medios de
comunicación cumplen en ello. Si reconocemos que el paso previo es condicionar
la mente colectiva para que interprete, para que “vea” , sienta, organice y
represente los acontecimientos del modo que los planificadores
desean.
Si estamos atentos al
desproporcionado revuelo mundial que la no renovación de un medio de
comunicación para entregarlo al pueblo cual bien y servicio social en Venezuela
ha provocado. Si caemos en cuenta de que un 30 o 40% de la población se deja
conducir en dirección opuesta a sus propios intereses básicos.
Comienza a insinuarse
que esos medios de comunicación son hoy herramienta esencial de toda violencia,
discriminación, abuso, guerra o confrontación. ¿Para qué invadir países y
confrontar opiniones públicas si podemos producir los paisajes mentales,
recrear las culturas que alimentarán la conciencia colectiva en la dirección de
los intereses que predominen?
Es mucho más simple
adquirir, apropiarnos de los medios de comunicación y reprogramar día a día las
culturas heredadas. Podemos tranquilamente rescribir la historia ahora con
imágenes y sonidos mucho más directos y poderosos en su accionar sobre la
conciencia colectiva, que las abstractas ideologías que tomarán muchas
generaciones para ser internalizadas.
Mientras que las
imágenes con sus significados y cargas dramáticas disparan inmediatas
conductualizaciones frente a las circunstancias específicas que nos toca vivir y
responder. Convengamos que simplemente hemos caído en cuenta de la función que
las imágenes y su carga han cumplido desde siempre en la impresionable,
sugestionable siquis humana.
Porque no otra cosa son
los fanatismos, dogmatismos, las reacciones de las masas tanto para construir
como para destruir. La diferencia es que hemos comenzado a reconocerlo y
ganar la capacidad de reproducirlo tecnológica, intencional, premeditadamente.
Con lo cual ya vamos dejando de necesitar la fuerza, más no la violencia para
esclavizar o liberar al hombre.
Los últimos ocho años de intento de
dar una dirección estratégica de democracia socialista participativa y
protagónica en Venezuela, corroboran que los medios de comunicación se han
convertido en la principal herramienta y arma de invasión de la intimidad, de la
soberanía, poniendo además en evidencia el analfabetismo funcional o
pensamiento desestructurado.
En mi opinión la mayor
sorpresa de nuestros tiempos es entonces que no son el dinero ni las armas los
que dan y sostienen el poder del hombre sobre el hombre, sino la influencia y
dependencia sicológica, las imágenes, los mitos de consenso que estas generan.
El manejo y realimentación de
la mente a través de la inyección de información selectiva.
Por ello la guerra
definitiva ha de jugarse en el campo de las comunicaciones, en el domino de la
imagen, en el conocimiento y desarrollo de la conciencia. Vivimos
tiempos en que la presión de la acumulación histórica tiende hacia una
acelerada transición global, planetaria, de las ideologías a los hechos. De los
sueños y mitos hacia su implementación y
vivencia
Por lo cual la imagen es
fundamental como guía o dadora de dirección solidaria e integradora, o
conflictiva, de enfrentamiento entre las diferencias de todo tipo que nuestra
historia cultural y económica ha especializado. Cuando se trata de lo humano
nada puede interpretarse sin evidenciar, explicitar su trasfondo intencional,
sin comprender que cada mirada es una creación.
Cuando hablamos de la
revolución cubana o bolivariana como foco irradiador de la revolución
continental y planetaria, no podemos dejar de apreciar entonces el escenario
estructural, histórico, humano, en respuesta o reacción al cual surge. No
podemos dejar de tener todo este escenario presente cuando queremos interpretar
la dirección y el sentido de las medidas que se
anuncian.
Cuando escuchamos
discursos, declaraciones altisonantes que se repiten como letanía en los medios
de comunicación mundiales, no podemos olvidar el estado del planeta que es
nuestro hogar y el grado en que lo afectan los sistemas de intereses
predominantes.
No podemos dejar de ver
que las tecnologías que habrían de realizar en el mundo las utopías soñadas, que
habrían de externalizar también esos estados mentales, se han manipulado para
llevar una tercera parte de su población, miles de millones de seres a
condiciones de miseria infrahumanas, alterando el medio ambiente hasta el punto
de agotamiento y colapso.
La acumulación de
experiencia y conocimiento histórico presiona hoy fuertemente para que sueños e
ideologías realicen su transición a hechos. Las imágenes que direccionen la
mente colectiva serán las que posibiliten que esa transición sea una bendición,
una realización, una verdadera apropiación de su historia por el ser humano.
Esas imágenes son
resonancia y hechura de los estados anímicos que manifiestan en formas. Un
estado mental de generosa solidaridad, organizará imágenes que nos guíen hacia
la síntesis de todas las diferencias o asimetrías. Ese es el principio, la
reconciliación con nuestra herencia, el pago de la ancestral deuda de violencia
que tenemos con el pasado, con la memoria
colectiva.
Pero una vez saldada esa deuda y
equilibrada nuestra mente y cuerpo, ¿qué paisaje maravilloso no podremos
concebir y traer a ser? A mi modo de ver ese es el futuro promisorio que ya
resuena en nuestra sensibilidad y nos impulsa con entusiasmo. Aunque aún no
podamos darle forma y verlo con claridad en medio de la desorientación que
genera el desmoronamiento de las viejas y agotadas instituciones. A esa fuerza
motora que nos impulsa más allá de lo conocido le llamo fe. Pensemos solamente
en el cambio y recreación de paisajes que significa para Venezuela la visita que
el Presidente Chávez inicia a Rusia, Irán y Bielorrusia, la interacción
estratégica de estas relaciones económicas y culturales entre tradiciones y/o
momentos históricos tan disímiles. ¿Quién puede augurar la resultante de este
acercamiento y posible síntesis dentro del escenario
mundial?
En el momento que la mente, la
conciencia humana avanza sobre lo que hasta entonces creyó un mundo externo y
limitante, reconociéndolo su propia organización de la materia prima entregada
por los sentidos, es imprescindible asumir su función activa y comenzar a pensar
estructuralmente. Pues la prioridad pasa de luchar contra circunstancias
externas a recrearlas, reinterpretarlas.
Nuestras instituciones son hijas de
pasadas esperanzas y utopías. Pero no son objetos externos sino hábitos y
creencias grabadas con gran carga, generación tras generación en nuestra psiquis
y cuerpo. Rebelarse contra una institución es entonces enfrentarse a los propios
hábitos limitantes y al modelo o visión mental, al paradigma formativo colectivo
dentro del cual se desarrollaron.
Si una religión, fe o creencia
cualquiera te ha decepcionado y ahora buscas otra a la cual adherir, deberías
comprender que todo ello hace parte de ti, lo mamaste, lo respiraste en tu más
temprana infancia, junto con tus más tiernas emociones y lenguaje maternal. Eres
por tanto un creyente resentido con tu temprana fe, un amante desengañado y
avergonzado de su tierno ensueño de felicidad.
Sin embargo ellos te trajeron hasta
aquí, fueron hasta hoy tus compañeros de camino, y si bien es cierto que has
crecido y necesitas vestidos más holgados, no hay modo de que puedas deshacerte
de los viejos y dejarlos en el camino. Pues son parte de ti, una empecinada
parte que cual nostálgica sombra te seguirá donde quiera que
vayas.
Es como decir que si bien es
necesario que el pueblo se apropie de los medios de comunicación, si bien es
necesario que disponga de las herramientas expresivas, no serán las
instituciones ni las herramientas las que lo despierten de su sueño de
esclavitud, las que lo hagan libre.
El verdadero ejercicio de conciencia
es entonces el de caer en cuenta de lo que la experiencia de vivir ha
configurado en tu mente y cuerpo, y que el único camino de liberación comienza
por la reconciliación contigo mismo. No se trata de y es además inútil
luchar contigo mismo sin importar los modos en que lo externalices en el
escenario histórico que te toque en suerte
vivir.
Más bien has de reconocer lo que vive
en ti y ganar la capacidad de recrearlo en modos que resulten útiles a la
vida, que superen la violencia acumulada dando lugar a la paz. Es desde este enfoque innovador
y creativo que pueden resultarnos comprensibles y excitantes los
escenarios revolucionarios que hoy soplan cual vientos de cambio en el
continente.
Porque entonces podremos participar
sin hipnotizarnos ni confundirnos con los estados de ánimo y las imágenes que
externalizadas, cual contagioso virus circulan por los medios realimentando la
mente colectiva. Reconocer y aprender el arte de la imagen cual creadora de
paisajes y direccionadora de acción constructiva o destructiva, es dejar
finalmente atrás toda la violencia de una economía sicológica dependiente tanto
de su medio natural como de su historia social.
A mi modo de ver esta es la
manifestación superior del sentimiento religioso en su prístina acepción.
Re-ligare, volver a unir, reconciliar lo que te divide y genera violencia
interna. Recrearlo de modos que te den verdadera unidad, que superen toda
contradicción, que te hagan finalmente libre de toda violencia, es decir
pacífico, un bienaventurado portador de la paz.